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El centro y las afueras

Urbanismo.El centro y las afueras

CAUCE 2000.07/87

Cuando se dice que en la "rehabilitación" radica la fórmula salvadora de los centros o cascos históricos se anda en lo cierto, siempre y cuando por "rehabilitación" se entienda algo más y mejor que mantener las fachadas y demoler o "vaciar" (que así también lo llaman por maldita gracia del eufemismo) los interiores. Del todo inaceptable resulta, aunque se avenga a práctica diaria, aquella rehabilitación en la que, además de la fachada o estructura externa, no se conserva el patio, como estructura interna, y la caja de escalera, en cuanto que elemento conectivo y comunicativo. ¿Cómo, de otra suerte, podrá interpretar el historiador de mañana una casa hoy alzada y definida en total contradicción de lo de dentro con lo de fuera?

A la luz de este "mínimo necesario", la rehabilitación entraña toda una pauta o cautela para impedir o atenuar la desertización de la ciudad consolidada y su ulterior caída en manos especuladoras y demoledoras. Hay que rehabilitar para impedir el éxodo del centro a la periferia, en cuyo trasiego, y por extraño o chocante que a alguien se le antoje, se juega realmente el ser o no ser de los centros históricos. Cuando la valla, la pala, la grúa y la hormigonera andan por el centro, malo, y peor aún cuando funcionan a todo trapo por las afueras de las ciudades. Yerra, y muy gravemente, el que cree que mientras la edificación se produzca en las arterias periféricas quede fuera de peligro el corazón urbano.

El Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos, en la llamada "declaración de Valencia" (también por aquí se hacen, a veces, o se dicen bien las cosas) de marzo de 1973, ponía muy en claro lo que luego sería y sigue siendo causa de confusión y piedra de escándalo:

"El análisis y estudio de los casos antiguos es inseparable de la consideración de la ciudad como un todo del que aquellos forman parte. La interdependencia de las diferentes partes de la ciudad llega a ser tan determinante que la constatación de que el destino del centro histórico se juega en la periferia urbana constituye un primer punto programático".

Tal y no otra ha sido la estrategia general de la es-peculación: trazar en torno a la ciudad consolidada un cerco (cuanto más amplio y lejano, mejor) de la más diversa edificación y censo variopinto (barrios de absorción, chalets de lujo, segundas residencias, ciudades-dormitorio...) y esperar, e-perar... a que el casco histórico caiga, cual fruta madura, por su propio peso. ¿El "gol-pe de gracia"? Dejar sin equipamiento suficiente, caso de haber alguno, al cinturón periférico... de suerte que sus moradores tengan forzosamente que ir al bien equipado centro de la ciudad para satisfacer sus necesidades materiales y espirituales (desde el beneficio de las grandes rebajas al estreno de una función teatral).

Esta corriente inevitable, intermitente o encadenada, de la periferia al centro se ve, a su vez, reforzada por otra de signo aparentemente contrario y realmente acumulativo: la de aquellos inquilinos que del casco urbano se van al cerco exterior acuciados tanto por el creciente deterioro de las viviendas antiguas como por los reclamos de una publicidad sin tregua (ni vergüenza), que les ofrece en las afueras 'supuestos elementos de comodidad y prestigio (baño de agua corriente y portal de marmolina y cristal color caramelo), de los que carecen en su barrio, por muy histórico que les parezca a los eruditos. Y de esta suerte el casco antiguo se va desertizando en favor (léase publicidad mural o de bolsillo) de "nuevos centros modernos y cosmopolitas".

Vienen dictadas estas reflexiones por la tendencia, otra vez en auge, a vivir fuera de la ciudad o a trocar el supuesto agobio del centro, más o menos histórico, por el presunto regalo de la periferia. Muy libre es cada quien de elegir el lugar de su vivienda y el signo de su morada Es a la autoridad municipal a la que en cualquier caso corresponde mantener la norma equitativa y el equilibrio mismo de esos dos extremos en los que se decide, insisto, el ser o no ser de la ciudad consolidada. ¿La mejor de las medidas y de las previsiones? La rehabilitación, siempre y cuando se entienda por tal, algo más y mejor que mantener lo de fuera y vaciar lo de dentro.

CAUCE 2000 - 01/07/1987

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