LA MUSICA CALLADA DE EUSEBIO SEMPERE.
"Por usura la línea
se hace gruesa" (Ezra Pound)
Días atrás, el jurado competente (y a fe que lo era) puso en manos de Eusebio Sempere el premio Príncipe de Asturias de las Bellas Artes. ¿Razón y acierto del fallo? La propia sustancia o base fundamental de un galardón instituido para enaltecer en su conjunto la obra de un artista único; la obra y el curriculum, la actitud y el quehacer de un pintor o un escultor español en vida. Y a fe también que tales notas objetivas (incluido el matrimonio entre escultura y pintura) concurren felizmente en la biografía de nuestro hombre.
Eusebio Sempere fue de aquellos pocos artistas españoles que. apenas concluida nuestra guerra civil, “tomó de París la vía”¿ para informarse e informarnos de lo que a orillas del Sena se hacia y se llevaba, al buen aire de una vanguardia universal que allí tuvo sede y lumbre, en tanto que aquí se entonaba el panegírico de presuntos valores perennes y supuestas glorias de antaño: un viaje, el suyo, para y enseñarnos a mirar cuando por estos pagos el oscurantismo era ley
De Entonces acá el arte de Sempere ha significado agudeza del ver y ejercicio del enseñar a ver. Claridad de concepto y lucidez de trazo son quizá las dos notas que distinguen sobre otras al artista hoy galardonado en su propia patria. En Sempere el acto creador se identifica siempre con el propósito de iluminarse e iluminarnos; aquel acto mismo en que Rimbaud cifró sus “iluminaciones”, en la acepción más legítima y empírica del término: …“poner colores a la estampa de la vida”.
No, no se trata de transformar los objetos sino de modificar la angulación, la perspectiva, de quien a ellos se asoma Frente a la ambición "expresionista" (hoy tan al uso y al abuso) de abarcar la totalidad de la visión en la "cantidad" de lo expresado, Eusebio Sempere siempre ha recurrido a un proceder "cualitativo" en el que la idea del total es resultante (línea por línea y pulsación por pulsación) de las horas, luces, matices y contrastes del día, siempre igual a si mismo y siempre cambiante.
La pintura de Sempere ha entrañado, sin excepción, un esmerado proceso atomizador, creciente y decreciente; un proceso analítico en que la línea desde su delgadez última va agregando a la línea (y a la línea de la línea) el acento de la consecuencia y la voz del imperativo. Como en el hacerse del pentagrama cada nota es consecuencia de la anterior e imperativo de la venidera, no de otro modo se ve generado del pulso de Sempere lo que fue en lo que ha de ser, línea por línea y cualidad por cualidad.
¿"Música callada"? Nada mal cuadra a la expresión de nuestro artista la incitante imagen (infable mejor que contradictoria) de San Juan de la Cruz .Cada cuadro de Sempere es concierto en el que el timbre de la línea no llega a la voz de puro mínima o apenas perceptible, resonando el conjunto como un órgano máximo que surge y se difunde desde la insinuación gradual de lo mínimo. Línea por línea (matiz por matiz, cualidad por cualidad), la vibración (la emoción) nos llega en cada una de sus obras del envés del silencio.
"Por usura la línea se hace gruesa". Tampoco le es ajena a Sempere (en su acepción contraria) la sentencia aparentemente paradójica de Ezra Pound. Abrir en surcos infinitos la plenitud del campo es generosidad, en tanto a usura responde el gesto grosero de su ocupación a la brava y a la redonda. Como arco iris urdido en la pulsación gradual de cada uno de sus instantes, la obra de Sempere es luz tableteante, corpúsculo por corpúsculo y fibra por fibra; luz generosa por cuanto que infinitamente escindida y congregada.
Si en el verso de Machado la gota solitaria clama en el aire ser en esencia el mar, cualquiera de los puntos estratégicamente diseminados por nuestro buen artista resulta también cifra esencial del universo. Y así como la lluvia fina viene del mar y al mar retorna, no de otro modo el discurso lineal de Sempere entraña un incesante viaje de ida y vuelta a merced de fecunda generosidad; un viaje pródigo que abre en mil caminos el horizonte de una andadura única, idéntica en parte y, en parte, distinta.
Mar reducido a gota volandera sin perder un ápice de sustancia; diluvio penetrado por el aire y convertido, sin demérito de su esencia, en cortina de infinitos flecos; luz cenital escindida en las mil escalas del arco iris... Estas y otras cuantas parecidas imágenes tomadas de la naturaleza sirven, me creo, para aproximarnos al milagro diario en que Sempere patentiza el enigma del "menos es más". Linea, en fin, la suya que de puro concentrada y diminuta proclama a los cuatro vientos el dogma solemne de la magnanimidad.
CAUCE 2000 - 01/07/1983
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