Iniciada, como vimos, en la cuna del Santo, debe encaminarse la ruta, debidamente «señalizada», a un paraje recoleto como una plegaria y abierto de par en par al concierto de seis plazas en cadena: la de la Paja, de los Carros, de Puerta de Moros, de San Andrés, del Humilladero y de la Cebada. En ese mismo rincón (rincón es, pese a la multitud de plazuelas que lo conforman) se apiñan en uno solo tres templos singulares: la parroquia de San Andrés (lugar del primer enterramiento del bendito labrador), la capilla del Obispo y la de San Isidro (donde por los siglos XVI y XVII fue sucesivamente sepultado). Y a dos pasos, la catedral (en la que desde el siglo XVIII se guarda su cuerpo incorrupto).
Al lado mismo de este apretado enjambre de plazas e iglesias (¡corazón en un puno de la Villa y Corte!) se abre la calle del Pretil de Santisteban. En la casa señalada con el número 3 subsiste una capilla dedicada a la devoción popular de San Isidro, en atención a que en dicho lugar, y de acuerdo con tradición añeja, guardaba el patrón de Madrid su yunta de labor (¡la del más celebrado de sus milagros!). No estaría de más que el Ayuntamiento adquiriese el inmueble para incorporarlo, una vez restaurado (como actual y felizmente se ha hecho con su fachada) y revestido de su antiguo esplendor, a la ruta de San Isidro.
Poco hay que alejarse del viejo Pretil de Santisteban para dar con la casa de ¡van de Vargas, de quien San Isidro fue consejero y criado. Basta con cruzar la inmediata calle de Segovia e ir a la muy angosta del doctor Letamendi (que antes se llamó costanilla de San Justo y también de Tentetieso). En su fachada principal una inscripción informa del mencionado episodio isidril al transeúnte. ¿Situación legal? Tras haber rehusado inconcebiblemente otros ediles la oferta gratuita de los propietarios, acaba de adquirirla la actual Corporación, a la que desde aquí se aconseja destinarla a centro investigador del Madrid medieval.
Debe la huella isidril incluir la que podemos llamar «ruta de los pozos»; que harto ligada se ve la vida de San Isidro al alumbramiento de aguas por toda la ciudad... hasta el extremo de que mejor que el de «labrador» parece a veces cuadrarle el titulo de «zahori». Aparte del subsistente en el solar de su propia casa (conforme quedó dicho en anterior entrega), la tradición recuerda pozos abiertos por San Isidro en diversos enclaves de Madrid (calle Mayor, de Bordadores, de Toledo...), además de la fuente que, cual nuevo Moisés, hizo brotar de la roca para apagar la sed de su señor, Iván de Vargas, junto a la ermita en que, pasados los dos puentes principales, se da fe del milagro.
Del puente de Toledo (adornado con las efigies del bendito labrador y Santa María de la Cabeza, su esposa) arranca el Camino Bajo de San isidro (actualmente paseo de San Ulan, en honor del hijo nacido del santo matrimonio) y sobre él discurre el Camino Alto de San isidro (hoy paseo del 15 de Mayo, fecha de la fiesta patronal). Del puente de Segovia parte, en fin el paseo de la Ermita del Santo, a la que conducen estas tres vías extramuros y allende el río. Brota a su diestra la fuente milagrosa y a su amparo se extiende la pradera, de cuyo aspecto en día de romería nos dejó Goya el recuerdo; un recuerdo hoy empañado por el hacinamiento de casas y más casas alzadas sobre la usura del suelo.
¿Una airosa atalaya sobre la Villa y Corte? No, no da para tanto el lugar en que se alza la ermita y mana (si mana) la fuente milagrosa; lugar hoy lastimosamente desairado por el desatino de la edificación, la especulación del suelo y el hacinamiento, insisto, de las gentes. Un punto, eso sí, de concentración y festividad del pueblo con memoria... o a la busca de ella. Lanzado como está el Ayuntamiento a fomentar las fiestas patronales, ,¿por qué no prueba a programar el recorrido que aquí se le viene sugiriendo desde el pasado lunes, con la correspondiente «señalización», como hoy se dice, de la ruta misma? Recorrerla no otra cosa es, en suma, que repasar de punta a cabo la historia de Madrid.
DIARIO 16 - 23/05/1988
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