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Capellán de horterodoxos

Capellán de horterodoxos

Había en Madrid, hasta ayer mismo, un enjambre de plazas que procuraban a la trama urbana (y en un punto particularmente fisonómico) su mas claro regusto popular. Lo ocurrido o perpetrado en una de ellas obliga a hablar en pasado. Eran plazas. Insisto, que en vez de resolverse, como es lo habitual, en calles, daban paso y franquía a otras y otras plazas sin solución de continuidad. De la plaza de la Paja llegaba el paseante a la de los Carros, y de esta, por un lado, a la de Puerta de Moros, que a su vez accedía a la de la Cebada, quedando el otro flanco abierto a la inmediata relación de la del Humilladero con la de San Andrés.

Un caso tal (único tal vez en el mundo) de plazas que se abren a otras plazas, sin mediación de calles, reclama como propia y sustancial una sola condición: la continuidad del suelo. Pues bien, a nuestro alcalde-profesor (que en lugar muy visible ha hecho grabar su nombre en .placa marmórea y, bastante cursi) se le antojó dar por tierra con la propia tierra. Lo que hasta ayer era suelo “llano” (en la doble acepción, repito, del termino) ha venido a parar en promontorio o bandeja (de bisutería) y pretil con abrevadero (¿para bestias de carga o de cargo?) más la elocuente advertencia de que el agua no es potable.

A pedrada limpia

La hazaña quedaba perpetrada, viniéndole al atentado (como hortera anillo al dedo) el adorno y riqueza de los materiales; piedra caliza y piedra berroqueña, piedra de pizarra y piedra de granito, piedra con lustre y piedra opaca, piedra fiel a sí misma y piedra entonada con ladrillo (para mejor memoria del Madrid de los Austrias .Piedra y piedra sobre piedra...confieren al conjunto un aire de “representatividad” que ni imaginarse pudo (aquel taumatúrgico don de convertir en cartón el mármol) en los días imperiales del franquismo. No, no es caprichosa referencia; que algo tiene de arquitectura de “regiones devastadas” la renovada y maltratada Plaza de los Carros. ¿Menos da una piedra? No será por falta de ella. Piedra y piedra sobre piedra terminan por convertir en cursilismo arabesco el suelo “llano” de un ayer al vuelta de la esquina. A su aire los ediles se divierten en tanto el erario municipal se ve menguado, por su gracia, en unos cuantos decenas de millones. Y la escalinata. No podía faltar la escalinata. En el flanco que conduce a la plaza de San Andrés, los nuevos triunfalistas en pleno achaque de cursilería, han proyectado una escalinata como una ola atenuada que algo tiene de aquello que en la revista de la Gámez se llamaba la “apoteosis final”y, también, de “preámbulo de la nada”. ¿Adonde conduce la tal escalinata? Al solar en que hasta hace unos años estuvo la casa de San Isidro (y la usura del suelo demolió). Ahí se ha pillado los dedos el alcalde-profesor. La ridícula escalinata nos guía a la capilla ruinosa (y perpetuamente tapiada) del santo labriego, al escombro del patio, a la vergüenza de un proyecto por hacerse, al umbral de la nada, nada, nada. Y la pregunta salta a los ojos del viandante: los millones gastados en semejante y arrogante chapuza, ¿no hubieran hallado mejor empleo en reparar morada y memoria del Patrón de Madrid? ¿No valía la pena haber subordinado proyecto tan hortera a la exigencia del que un día (¡el cielo lo quiera , próximo!) habrá de emprender, se para honra del santo y constancia del pueblo?Una obra bien hecha es una acción buena, y una obra mal ejecutada constituye mala acción. Ni justificación, ni excusa, ni el uso siquiera de la palabra a quienes han causado el mal (por más que se la otorgue el diario ese, que viene independizándose de la mañana desde 'hace nueve anos). El caso excede, incluso el proverbial debate entre lo 'etico' y lo 'estético' por entrar de lleno en lo “hortera”: A la izquierda de lee: 1643. Al la derecha 1984. ¿Tanto tiempo han durado las obras? No, aquella fecha alude a la conclusión del templo que reside la plaza (reinando Felipe IV, valedor de artistas) y ésta a la destrucción de la plaza misma (rigiendo los destino (?) de la Villa y Corte Enrique Tierno I; capellán de horterodoxos)





EL COCODRILO - 18/10/1984

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