De la obra actual de Alexanco me es dado decir algo muy similar a lo que, con no oculta resonancia de McLuhan, dejó escrito, en 1965, Gregory Battcock acerca de la de Paul Thek: «Un mundo frío, dentro de una cultura caliente.». Algo, efectivamente, hay en ella que parece automatizado, como tomado a préstamo del campo de la cibernética y del medio tecnológico, y algo que proviene, en exclusiva, de la sensibilidad, de los recuerdos y de la mano del pintor. Alexanco se comporta de hecho como un pintor naturalista, pero de cara, digamos, a otra naturaleza. Al igual que el pintor tradicional (tanto el académico como, por ejemplo, el cubista) fundaba en los datos objetivos de la naturaleza inmediata sus representaciones literales o libres interpretaciones, no de otro modo ejerce las suyas Alexanco sobre los resultados igualmente objetivos, de una transcripción previa y mediatizada.
Y si llamamos naturaleza primera al medio envolvente en general (con sus amaneceres y atardeceres, soles y lluvias, tránsito y retorno de las estaciones ... ), bien podemos llamar naturaleza segunda al particular entorno que, para bien o para mal, nos vienen deparando los no menos envolventes medios tecnológicos (con sus relaciones y orientaciones electrónicas, índices y semáforos, códigos y mensajes televisuales o radiofónicos ... ).
No entienda, sin embargo, el lector que Alexanco acepta y traduce esta segunda naturaleza a merced de un proceso puramente descriptivo. No. No hay aquí esas tan manidas alusiones ajenas al mundo de la máquina, del empirismo tecnológico o de la conquista espacial... Quien de ellas se vale está comportándose, de hecho, como un pintor académico en su más innoble acepción (no creo que medie diferencia sustancial entre pintar con todo pormenor un árbol y la cápsula del astronauta).
Nuestro pintor opera por vía abstractiva: toma, según dije, del mundo tecnológico, los resultados formales que en su día extrajo él de la cibernética y que, archivados entre sus recuerdos, vuelven ahora a conformar el medio objetivo, o la segunda naturaleza, de sus libres interpretaciones. Cuantos datos, signos, relaciones y formas dictara ayer el ordenador pasan hoy a ser objeto de otras y otras reconformaciones y significaciones exclusivamente confiadas a la sensibilidad, al libre albedrío y a la mano del pintor.
Si ha afirmado MacLuhan que el mensaje es el medio, Alexanco se propone demostrar, volviendo del revés la sentencia, que el medio es el mensaje. No hay pretensión de jugar con las palabras. El mensaje televisual, por ejemplo, o el cibernético -quiere decirnos el discutido escritor canadiense-, se condensan y consuman en el acto de la proyección o en el discurso de la máquina ordenadora. Interpretar al revés la frase (el medio es el mensaje) supone extraer de ese lenguaje ya consumado, otros y otros significados, sugeridos tal vez, pero no explicitados en él.
Elementos venidos del cálculo, son transportados al mundo del azar, y formas llegadas del azar son objeto, a su vez, de todo un libre juego, fundado en el cálculo. Se abre así un nuevo horizonte que, teniendo por fundamento la ya citada segunda naturaleza, nos hace asomarnos al enigma de la naturaleza por antonomasia, ámbito y medida de todas las demás. Un lenguaje, en fin, aparentemente frío tiene la rara virtud de transportarnos a un espectáculo densamente cálido.
EL PAIS - 03/03/1977
Ir
a SantiagoAmon.net
Volver
|