Un libro, editado por La Librería, recoge los artículos más destacados del creador de la bandera y el escudo de la Comunidad
ANTONIO SANCHIDRIAN
Para Santiago Amón, Madrid era una capital surcada por un río llamado Paseo de la Castellana. A la vez, una ciudad donde es posible seguir las huellas del labrador que después fue santo y patrón de la Villa y Corte. También, el lugar en que el arquitecto Juan de Villanueva creó edificios prodigiosos. Y un laberinto de barrios (Arganzuela, Chamartín, La Latina...) de los que brotaban historias apasionantes. Ese rompecabezas llamado Madrid fue el que registró con la voracidad del cronista enamorado y comprometido con la ciudad, hasta el punto de ser él quien creara la bandera de la Comunidad de Madrid.
Ahora, cuando se cumplen casi 20 años de su fallecimiento, el libro El Madrid de Santiago Amón, publicado por ediciones La librería, reúne por primera vez los artículos dedicados por el escritor a Madrid. «Este libro es un paso más en la recuperación y divulgación de la obra de mi padre», señala Abel Amón, que ha dedicado los últimos cuatro años a una labor de recopilación plasmada, además de en este libro, en la página web www.santiagoamon.net.
«La idea de este homenaje parte de Juan Barranco y así ha quedado reflejado», recuerda Abel Amón. «Yo fui al director de La Librería, Miguel Tébar, con la propuesta, y la recibió con interés», añade. El resultado es un libro de tapas rojas repleto de Madrid, con una selección de 32 textos. Hay, principalmente, artículos de prensa publicados en Abc y Diario 16, además de su proyecto para la bandera de la Comunidad y su estudio, para el Ayuntamiento, sobre la ruta de San Isidro.
Fue Santiago Amón (Baracaldo, 1927-Valdemanco, 1988) un hombre inquieto, un ilustrado «pinchador de globos y pedanterías», como sostiene el ex presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, en el prólogo del libro. Poeta y crítico de arte (ha escrito monográficos sobre Chillida, Giotto, Virgilio o San Juan de la Cruz), Amón era un activista de sus pasiones. En 1976 fue galardonado con el Premio Nacional a la mejor labor de defensa del Patrimonio Histórico-artístico llevada a cabo en prensa.
Al llegar a Madrid, desde Vizcaya, Amón, padre del corresponsal de EL MUNDO en París, Rubén Amón, comenzó a frecuentar el café Gijón, se adentró en las vanguardias poéticas y en los círculos de arte. «Se apasionó por la ciudad, en especial por el Madrid de los Austrias y por el neoclásico», relata su hijo Abel.
«Como era una persona sensible, comenzó a denunciar valientemente los desastres urbanísticos que se cometían con el patrimonio artístico, lo cual le costó no pocas persecuciones», añade. Un dato: la labor de la fundación Adelpha, de la que fue vicepresidente, evitó que la piqueta se ensañara con 150 edificios históricos de toda España, la mayoría de ellos en Madrid.
Algunas de estas denuncias certeras se encuentran en este libro (El desastre de la Plaza de los Carros, El dislate de la mal llamada Plaza de Castilla, Los árboles no dejan ver el Prado), como también los artículos costumbristas (Las fiestas del Carmen y otras historias de Chamberí, Leyendas e historias de la Arganzuela) que lo emparejan con los mejores cronistas de la Villa, desde Mesoneros Romanos hasta la fecha.
El Madrid de Santiago Amón viene encabezado por el artículo que describe pormenorizadamente los detalles del diseño del que quizás sea su legado más significativo, la bandera y el escudo de la Comunidad de Madrid, concebidos ambos a la luz de un lema: Para una nueva autonomía, un diseño nuevo. «En la creación de estos dos nuevos símbolos», señala Abel Amón, «se fundieron la historia y el diseño contemporáneo. Y 20 años después, se puede decir que los madrileños se han identificado con ellos».
También encuentra el lector en este libro la ruta de San Isidro, en virtud de un estudio encargado por el Ayuntamiento de Madrid en 1987. Se trata de un kilómetro cuadrado en el corazón de la ciudad en el que se resume su historia: «En la huella del Santo Labrador le es dado, en efecto, al viandante andar y desandar desde los orígenes, y en su propio recinto, el itinerario más genuino del Madrid intra muros, con una sola excursión, a través de los puentes de Segovia y de Toledo, al otro lado del Manzanares».
Hay un rincón, la Plaza de la Villa, que fascina especialmente al cronista: «Cinco son los edificios que en un puño abarcan la sucesión de otras tantas centurias en el corazón de la ciudad, en el más municipal de sus enclaves». A saber: la casa y torre de los Lujanes (siglo XV), la casa de Cisneros (XVI), el edificio del Ayuntamiento (XVII), la esquina del edificio que da a la calle Mayor, obra de Juan de Villanueva (XVIII), y, por último, el edificio alzado por el conde de Oñae que da la otra esquina de la calle Mayor (siglo XIX). Y de esta manera, a través de dos centenares de páginas del libro, el lector descubre lugares insospechados, se familiariza con las anécdotas del pasado que explican el presente y descubre a un escritor con un sexto sentido para explicar este armónico caos que llaman Madrid.
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EL Madrid de Santiago Amón
Autor: Santiago Amón. Ed.: La Librería. Madrid, 2006. 219 páginas. Artículos: El escudo y la bandera. Memoria y diseños de los símbolos de la Comunidad Autónoma de Madrid / La ruta de San Isidro en un kilómetro cuadrado / Juan de Villanueva. El arquitecto del mejor alcalde / Cinco siglos, en un puño / Testimonio histórico de Chamartín en fiestas / El Palacio del Pardo: Una historia que comienza con Carlos V / 'Tri-vía' mejor que Gran Vía / Leyendas e historias de Arganzuela/ La puerta de Alcalá cumple 200 años
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LA BANDERA Y EL ESCUDO DE LA COMUNIDAD
Color. «La bandera será de color rojo, con la misma encendida tonalidad que hoy ostenta el pabellón de ambas Castillas. [...] Dicho color imprime un signo legítimo y diferenciador».
Dos castillos entonados en amarillo. «Expresan la idea extensiva al ámbito de la Comunidad Madrileña, siendo su más genuina condición verse circundada por esta y aquella Castilla».
Siete estrellas de cinco puntas, entonadas en blanco. «Las siete estrellas se agruparán en forma de constelación».
Una corona real entonada en amarillo y con diadema. «Madrid ha sido por largo tiempo sede de la Corona en sentido constitucional. La nueva autonomía tiene por capital la misma que es del Estado».
EL MUNDO - 27/11/2006
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