Es Fernando Sáez uno de nuestros pintores mejor dotados, en posesión de una personalidad inconfundible, y con capacidad para darnos a conocer una versión harto singular de la plástica contemporánea, en la que los habituales términos de informalismo y neofiguración, lejos de verse escindidos, según comprobable experiencia ajena, aparecen en la suya pulcramente conciliados. Y es, también, uno de los artistas españoles más injusta o absurdamente omitidos. La actual exposición que él (y él sabrá por qué) titula Serie Saturno, al margen de sus ocultas intenciones alegóricas, ofrece al contemplador un espectáculo o un regalo de expresión en cuanto que expresión plástica, y supone toda una lección de buen hacer para iniciados y consagrados. Hace tiempo que Fernando Sáez asimiló la enseñanza del neo-expresionismo, para luego darla a la luz con tintes y visos estrictamente personales.
En la historia del arte moderno, ha habido, por ejemplo, un Jackson Pollock que si a unos indujo a alegre improvisación o a plagio descarado, fue para otros un reto o una meta de inclinación, tras la búsqueda de una expresión ferozmente individualista, no menos que acorde con el correr de los tiempos. Fernando Sáez es de estos últimos, de los buenos catadores de caudal ajeno y de los sagaces conformadores de imágenes propias.
Y si hablo de Pollock, lo hago con la sola intención de dejar muy en claro lo hondo que caló en nuestro hombre la lección del gigante americano, en aquello, especialmente, de que el arte es, contra toda apariencia, un asunto más propio de¡ tiempo que del espacio. Si Jackson Pollock redujo la pintura a un puro acontecimiento (esto es, duración, temporalidad), Fernando Sáez ha acertado a agregar al acontecimiento material del proceso elaborador, otros y otros acaeceres de un contenido humano, reacio a la palabra y afín al buen uso de los pinceles.
Saturnales o no, estas obras de Fernando Sáez, dejarán en la mirada de usted, junto al sabio y apasionado ir y venir del pincel, la semblanza de un acontecimiento general, en cuyo repertorio es posible que usted descubra tales cuales ocultas e inconfesables facetas de su propio retrato.
EL PAIS - 20/01/1977
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