Dos, y muy claras, son las precedencias que vienen a confluir, como una sola y muy acrecida, en las artes de Albert Porta, voluntariamente rebautizado con Zush: su origen catalán y su posterior formación en Norteamérica, concluyendo aquél y ésta por alentar una misma corriente del arte contemporáneo: el surrealismo. Dijérase que Porta participa genuinamente de aquella tendencia surrealista catalana que, con Ia ascendencia magistral de Papasseit, Miró, Dalí. Foix.... había de plasmarse, tras la guerra civil, en el grupo Dau al Set, alentado por Brossa y presidido por Tápies, en tanto Zush atiende a aquella otra más universal que, nacida de Max Ernest, encontraría respuesta difedigna en ciertos pintores norteamericanos.¿Porta versus Zush? Razones de etnia al margen, diré, haciendo mía una pregunta de Joaquim Dols, que en la obra de nuestro hombre se produce un auténtico desdoblamiento de personalidad. Es como si una de las partes (Zush) diera en controlar, elegir y promover a la luz de las mejores de sus llamadas, provistas de forma y apariencia.

Oscilantes entre el gran formato y la miniatura, "Porta-Zush" presenta pinturas, dibujos, cuadernos de viajes, libros de memorias, mapas, láminas aprendidas con alfileres, insectos prendidos con alfileres, ratones disecados, colas de lagartija disecadas, ojos, centenares de ojos, caras espectrales, exvotos, estampas, hilos finísimos, un atril... y una extraña colección (o correlación) de gatos y lunas menguantes.

¿Porta versus Zush? la minuciosa dicción plástica corre aquí feliz para con el desenfreno de abajo (llévese cada quien su parte) en tanto el cuadro se divide en dos secciones: en la de arriba están los signos, y en la inferior, unos puros significantes que nos remiten en cadena el reclamo del inconsciente sin fondo.

EL PAIS - 14/10/1976

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