LA PINTURA DE LAMAZARES Y LA LUZ CREPUSCULAR
Antón Lamazares parte de su experiencia. A ella se encomienda, de ella se nutre y en ella moja diariamente sus pinceles... a la búsqueda de un lugar" en el que puedan hallar albergue, morada y perspectiva sus dolientes, altaneros, mendicantes, quejumbrosos, irascibles, insolentes, impenitentes, peregrinantes, desconcertados, sesgados, temblorosos, sumisos, aspirantes, devotos, heterodoxos, beatos. blasfemos, desconsolados, orantes, fervientes, extrañados, erradicados, malditos, comulgantes, disciplinantes, convictos, confesos, iluminados, invitados, elegidos, piadosos, pavorosos, sepultados, indeclinables, inviolables, resucitados, ascendidos, conversos, trepanados, transitorios, titilantes, rememorantes, ignominiosos, inculpados, innominados... y resignados personajes. Una interminable procesión, a la luz de una vidriera intermitente, recorre las cuatro paredes de la sala con la cruz por delante y la historia por detrás.
Nombrado de si, convicto y confeso de si, Antón Lamazares se recluye diariamente en las cuatro paredes de si mismo; no reconoce otra historia que la suya y lo fía todo, absolutamente todo, a la creencia en su propia posibilidad y autoridad, como al dictado de este lúcido texto de Bataille: “Llamo experiencia a un viaje hasta el límite de lo posible para el hombre. Muy libre es cada quien de hacer o no ese viaje, pero si lo hace ha de dar por negados los valores y las autoridades existentes que limitan lo posible. Por el hecho de ser negación de otros valores, de otras autoridades, la experiencia, que tiene existencia positiva, llega ella misma a ser el valor y la autoridad."
Antón Lamazares acepta su propia autoridad porque cree en la estricta posibilidad de su experiencia; porque ha hecho suya la intuición y acotación del "lugar" y ha empeñado su esfuerzo en adecuar la expresión a unas leyes conformes a la naturaleza de ese lugar. Esta panorámica general (albergue, morada y perspectiva de sus "fantasmas familiares"), esta inacabable procesión que recorre de punta a cabo las paredes de la sala esta congregación de hábitos, exvotos, santos y sefias, anatemas e hisopos, blasfemias y jaculatorias... entrañan la materialización de aquella experiencia pura (o pura experiencia) mas la exigencia de su expresión, de su manifestación, revelación o epifanía. Entrañan, sobre todo, el propósito de definir, a partir de tales supuestos, un "lugar conocido" dentro del "lugar universo".
Es lo mejor del arte la experiencia, y en ella, el deslinde del "lugar". Merecen nombre de artistas quienes parten de "su" experiencia (que, por ser vislumbre de lo ignorado, excluye toda practica académica o facultad de "dominiol; los que acotan como propia una parcela de la "realidad" y la traducen en estrictos valores de "conocimiento" y "creación" mediante la obstinada sucesión de una trase (o procesión o congregación o comitiva] idéntica a si misma por origen pero de dispares resonancias en su termino Isin termino posible); los que contemplan el lugar "desde un lugar". Porque a fin de cuentas, y de acuerdo con Kierkegaard, no se trata de lo que hay que ver, "si no del lugar desde donde hay que mirar". Solo desde tal lugar (cúpula, observatorio o campanario) se hace posible la aproximación a la "realidad".
Si yo dijera que las figuras de Antón Lamazares responden a estricta "realidad", más de uno había de sonreír o llevarse incluso las manos a la cabeza. admitirán nombre tal de estos personajes descarnados, desnutridos, descosidos, desvencijados, despojados, desguazados, irascibles, temblorosos, extrañados, conversos, mendicantes..., poco raenos que llegados del universo de la pesadilla, dramáticamente reducidos a la mascara de su propia mascara? Así, tal cual usted los observa, cada uno de ellos (en su individualidad y en su conjunto) dice (¡ya lo creo!) relación directa con la "realidad" hasta el extremo de encarnar una (la mas significativa] de sus caras. Son "mitos", pero mitos destinados a transformar las "realidades presentes" (tal y no otra es la misión del arte] revistiéndolas de un alcance mas profundo y mas revelador; mas cercano a lo que "aim no es".
Insolentes y orantes, impenitentes y transitorios, beatos y blasfemos, erradicados y ascendidos, sepultados y fervorosos..., los personajes de Lamazares son, en efecto, "mitos". Así nacieron de su mano y así se asoman al ojo del contemplador. Desde su enigmática estatura y a través de su conducta y su gesto, no menos enigmáticos, llevan en su propio aparecerse el signo inequívoco de la revelación: quieren contarnos una "historia decisiva" en la que lo infundado y gratuito de nuestro mirar (y de nuestro propio existir) adquiere tintes de "infmitud"; una historia en la que las "postrimerías" mismas del hombre se convierten en "mitos reveladores". De el cabe decir, y muy a la letra, lo que de Franz Kafka dejo dicho Roger Garaudy: "Su grandeza radica en haber sabido crear un universo mítico que no es mas que uno y solo con el mundo real. Lo real en arte es una creación que transfigura, por la presencia humana, la vida cotidiana."
Cada una de las pinturas de Lamazares es un "documento". Personajes, figuras, escenarios y ambientes nos ofrecen la huella (no la copia) del paso del hombre mas allá de su profesión, de su cargo, de su instancia, de su pulso, de su peinado, de sus estados de animo, de su digestión, de sus promesas, de su andanza (de tumbo en tumba), de sus fracasos (los mas) y de sus triunfos (los menos). El material (material de derribo) esta tornado del mundo de la "alineación" (que no es otro que el de la diaria costumbre pero reconstruido, dato por dato, y orientado el conjunto a la luz de una pregunta fundamental que otorga sentido al propio sin sentido. Cada obra, insisto, de Lamazares es un documento. No la copia o la trascripción literal de un suceso, sino la audaz respuesta a la pregunta fundamental planteada por la propia vida; una forma de rebelión contra la alineación del mundo, y un mundo construido con los materiales de la alineación, pero según otras leyes.
iQué buscan estos personajes de pesadilla, camino del fin ultimo (que, como tal, no tiene fin por ser siempre ultimo?) iQué hacen descoyuntados, desterrados, desconcertados, altaneros, dolientes, beatos, malditos, tiritantes, convictos, confesos, sacudidos por la pregunta de su propia aventura, guiados por un insensato impulso hacia su propia encrucijada? No, la senda no puede proseguirse; conduce al laberinto. Y ahí están, indeclinables y fervientes, trepanados y desguarnecidos, inculpados e insepultos, comulgantes y execrados, desconsolados y altivos, pesarosos e insistentes. Ahí están, no se sabe si supervivientes o náufragos, condenados, absueltos o simplemente "resignados" a su ultima (siempre ultima) suerte. Al norte, la luz incitante del fin último. Al sur, la noche de la alineación invadiendo la andadura cotidiana.
"El hombre reconoce su morada en el crepúsculo", escribe Kafka en pleno intento de instalar la suya en el suelo de la verosimilitud, y, en un esforzado propósito de cobijar a sus criaturas, la reconstruye Lamazares entre el rayo cegador de lo infinito y la sombra contumaz de la costumbre. Ahí, en ese termino medio, trepidante y apaciguado, ha fijado su residencia nuestro hombre. Ahí, justamente ahí, en el termino medio de la verosimilitud (mitad familiaridad, mitad enigma), capaz de evitar tanto la negra noche de la alienación como la luz deslumbrante de la evidencia. Tal y no otro es el "lugar único" que Lamazares ha elegido para la contemplación del “lugar universo". Un paraje crepuscular en el que esta y aquella dimensión de la "realidad" se nos ofrecen en su propia contradicción, en su óptimo contraste.
El mito propuesto y plasmado por Antón Lamazares en la equidistancia del crepúsculo no trata de trascender la frontera de otro mundo, sino de entrever y revelar un sentido profundo en la infinitud de este de aquí. Como verdadero artista que es, Lamazares se convierte en testigo de la dimensión del infinito. Solo los grandes artistas han sabido evocarla y transformarla en mito, porque los grandes mitos han tenido siempre la virtud de revelar la presencia de lo infinito, de lo perpetuamente inacabado, y suscitar, aquí y ahora, la presencia de ella. Entre enigmáticas y familiares, erradicadas e inminentes, fantasmales y verosímiles, descarnadas, desnutridas, despojadas, desmembradas, desguazadas, descosidas, desconsoladas, desteñidas, desterradas, desconcertadas, desamparadas, despiertas, insolentes y orantes, perpetuadas y petrificadas, erradicadas y ascendidas, sepultadas y fervientes, peregrinantes y sesgadas, aspirantes y sumisas, heterodoxas y fieles, iluminadas y proscritas... las criaturas de Lamazares se ven siempre bañadas por una luz crepuscular, con un pie en la ribera de acá y el otro en el umbral de lo desconocido, de lo inquietante, de lo por venir; anverso y reverso de una moneda en juego que se llama "realidad".
Una interminable procesión avanza, cofrade por cofrade, a lo largo y lo ancho de la sala. I A dónde van estas animas en perpetua duerme-vela? "Vanse de su piel, rascándose el sarcófago en que nacen, y suben por su muerte día a día... y caen a lo largo de su gélido alfabeto". Valga el verbo de Cesar Vallejo para dar noticia puntual de su andanza y destino limítrofe, exactamente, con la sepultura. No, no hablan (que el vocabulario, el abecedario, se les quedo congelado de tanto y tanto deletreo], solo gesticulan ("cuantitativo el pelo, baja en pulgadas su genial pesadumbre, el modo arriba"); se entienden por senas, nos guiñan el ojo diestro de la costumbre en tanto el izquierdo les baila hacia la región de lo ignorado. Hay también una piedra de sepultura "para llevar el tiempo -que dijo García Lorca- con árboles de lagrimas y cintas y planetas". Una piedra en la que los sueños declinan y comienzan las verdades que los teólogos llaman "postrimerías"; una piedra alumbrada por el rayo del crepúsculo y destinada a la meditación sobre la "realidad" y todas sus consecuencias. Y una mano mojada en la experiencia de su propia experiencia.
OTRAS PUBLICACIONES - 01/05/1986
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