Una triple razón hace venir al conientario la reciente exposición de Manolo Calvo: el haber acaecido en bisboa (tan a la mano y tan poco frecuentada por nuestros plásticos) el haber tenido lugar en una galería constituida en forma de cooperativa. y el haber acertado a conciliar nuestro hombre la pura investigación artística con una manifestación pública: al alcance de todos.La galería Grafil funciona en forma de cooperativa compuesta por veinte artistas portugueses. En su trastienda hay un taller de lito, serigrafía y aguafuerte, y de cara al exterlor anima a los veinte mancomunados un propósito de divulgar el arte (en cuanto que proceso y en cuanto que manitestación), por todos los barrios lisboetas o por los rnás indigentes en cuestiones de cultura y otras cuantas más.
La exposición de Manolo Calvo consiste en un montaje llevado a cabo con 340 reproducciones en offsset y 129 xerocopias de la serie titulada El mundo, para quien lo transforme. Se basa el tinsilado entero en las posibilidades combinatorias (practicables por cualquiera) de un módulo ideado por Manolo Calvo en 1966 y ejecutado (en offsset y xerocopia) el pasado año.
El módulo (cuyo contenido argumental lo compone la serie titulada, Los hombrecitos) adquiere la forma de cartel opaco o transparente, y del adhesivo (la tan actualizada pegatina), ocupando, en todas sus variantes, el interior y el exterior de la galería para luego cruzar la calle y desplegarse a la redonda, con la amable amenaza de invadir de cabo a rabo la ciudad de Lisboa.
Por todo el Largo do Rato, cerca del Palacio de San Benito, sede de la Asamblea Nacional han aparecido centenares de pegatinas y carteles de suerte que no se sabe si la exposición empieza en la galería y concluye en las calles o de éstas viene a confluir en aquélla. Una especie de slogan agobiante que. en todas sus modulaciones posibles y diversos colores anuncia una gran convocatoria.
Una convocatoria ¿a qué? La gran concentración de los hombrecitos, iguales a sí mismos y al otro, y al otro. Y al otro.... Y a cuantos transitan por la gran ciudad. Carteles cuadrados y redondas pegatinas (rojas y negras. negras y rojas) a modo de insistentes espejos que reflejan el suceso diario la asidua alienación de unos desfondados personajes (los hombrecitos) comparsas de sí mismos convocados a un grotesco ensayo general
EL PAIS - 03/02/1977
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