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El padre del "pop art", en Barcelona

La semana pasada se inauguró en los locales de la Fundación Joan Miró una exposición conjunta mente realizada por Richard Hamilton y Dieter Roth. Con motivo de ella acaba de celebrarse en el salón de actos de la fundación barcelonesa una mesa redonda en torno al tema general del pop art, de su particular versión inglesa y de los supuestos teóricos en que fundó su quehacer Richard Hamilton, padre legítimo de dicha corriente artística, característica, si las hay, de nuestro tiempo. Intervinieron Cirici Pellicer, Gloria Moure, Marcelo Covián, J. Moya Angeler, el pintor francés Telémaque, Santiago Amón y el propio Hamilton.El celebrado pintor inglés justificó la versión británica del arte pop como una actitud primordialmente teórica, frente al carácter empírico de su correlato made in USA, y atribuyó la decadencia del movimiento a la sistemática repetición de unas formas expresivas cada vez más desarraigadas de su originario planteamiento teórico: una actitud inicialmente crítica en torno a los mass media que ha terminado en una suerte de inflación de otros y otros mass media, al servicio de la omnipotente y omnipresente publicidad.

El profesor Cirici Pellicer analizó el fenómeno pop en la pintura y otras manifestaciones de la cultura catalana, con el respaldo de unos cuantos ejemplos harto ilustrativos. A mí, invitado en calidad de crítico de arte de EL PAIS, me correspondió el comentario sobre el arte pop en el resto de España, haciendo hincapié en el quehacer de algunos jóvenes artistas andaluces y madrileños. El pintor Telémaque interpretó el fenómeno pop en otros lugares de Europa (Francia e Italia especialmente) como la implantación indiscriminada de un auténtico estilo internacional.

Del aspecto literario se ocupó Marcelo Covián, para quien la novela pop, si de ella puede hablarse en sentido estricto, ha trasladado la vieja semblanza personal del protagonista a la nueva e impersonal figura del todopoderoso entorno urbanístico-publicitario. En lo tocante a la música pop, J. Moya Angeler situó el problema en términos muy análogos a los usados por Hamilton, acentuando el descarado carácter de comercialización que de un tiempo acá viene adornando su propia decadencia.

Abrió la sesión, y a lo largo de ella actuó como mantenedora, Gloria Moure, quien sintetizó la historia del pop art y en ella situó la figura de Richard Hamilton. A veces llano, irónico a veces, y siempre tocado de agudeza, el buen pintor inglés, padre legítimo de la genuina corriente británica (padre incluso de la palabra pop, impresa por vez primera en cuadro suyo de 1956), terminó por definirla, cerrando el coloquio, como la exaltación de lo superficial, dando a entender que lo superficial es lo único capaz de crear un gran vacío en el que puede tener lugar la meditación creativa, el proceso creador y la entronización del objeto creado.

EL PAIS - 13/10/1977

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