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Con perdón del pobre de los jueves

El forzado retorno de Ruiz Mateos hará olvidar por algún tiempo el uso indebido del verbo «extraditar» y su participio, «extraditado», que ni la manga ancha de la Real Academia admite. Puestos a inventar, ¿por qué en vez de «extraditar» y «extraditado» no decimos (este periódico lo hace) «extradir» y «extradido»,, subrayando la licencia gramatical con la de la realeza, como algunos quieren, o de la liturgia?

«¡Bienvenido San Ruiz Mateos a la patria que no se rinde!» Con tan amable ironía ha glosado Maruja Torres el ingreso de dos¡ José María en la cárcel de Alcalá-Moco. ¿Santidad? ¿Linaje? Dijérase que los más fieles devotos pretenden ver encarnada en su imagen la de Francisco I de Francia, hecho prisionero y traído a España tras la batalla de Pavía, por nuestro Carlos 1, y V de Alemania. Más excepcional parece aún el empeño de algunos en formar canonización a extradición del ex rey de la abeja. ¿San Ruiz Mateos? Dejémoslo en José María primero de Rumana... y último de su propia guasa.

Y de la canonización, a la cruzada. A favor de lo uno y le otro, Zoilo Ruiz, hijo del encausado, acaba de declarar: «Si a mi padre le sucede algo, sus hijos continuaremos la luche que él está llevando a cabo.» Admirable el amor que rezuma el segundo término (e «apódosis») de su proposición, y harto confuso el primero (que «prótasis» llaman los gramáticos). Deben los hijos, y más en tiempo adverso, guardar ley a sus padres. ¿Ocurra lo que ocurra? En plena humorada solía decir Miguel Mihura. «Siempre que me ocurre algo me cambio de casa.» El mero hecho, así las cosas, de despertar o bostezar venia a suponerle cambio inmediato de domicilio. Téngalo en cuenta don Zoilo y advierta, de, entablas combate, que a su progenitor ya le está ocurriendo algo... y muy serio.

En mi memoria guardo un poema que Gloria Fuertes publicó allá por los años cincuenta. «El pobre de los jueves» era su título y ésta su letra: «El pobre de los jueves llevaba/ un zapato y una zapatilla,/ un saco lleno de papeles,/ un aliento lleno de vino,/ una medalla de la Virgen del Perpetuo Socorro/ y un eczema.» ¡El inventario general de la penuria con una sutil pincelada de pie dad! Ignoro si del apartamento de Francfort se trajo poco o mucho don José María a la cárcel. Sabemos, eso si, que se proponía incluir en su maleta no ya una medalla, ¡todo un cuadro de la Virgen del Perpetuo Socorro!

La víspera misma de la partida, facilitó José Carlos Duque a los lectores de Diario 16 unas sintomáticas declaraciones de Ruiz Mateos «¿Qué sí llevaría usted del apartamento?», preguntaba el periodista planteando la proverbial situación del apeado en isla o celda solitaria. «A mi perra `Bapsi' -respondía el ex magnate-. Eso en primer lugar, si me dejaran. Si no, no me llevará otra cosa que lo puesto y, naturalmente, el cuadro de la Virgen del Perpetuo Socorro.» No sé qué dirán los teólogos acerca del orden prelatorio (¡ante, la perra «Bapsi» que la imagen de Nuestra Señora!) fijado por Ruiz Mateos. A mí, la verdad se me antoja poco afín a un miembro del Opus Dei, caso de no entrañar irreverencia o rayar en herejía. Con perdón, todo ello, del pobre de los jueves.

DIARIO 16 - 10/12/1985

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