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FABULA DE LA GASOLINERA Y EL MONUMENTO

Un buen día de diciembre del año pasado, el terreno, que media entre la calle de Calatrava y la Gran Vía de San Francisco sintió en sus vientres el zarpazo de la excavadora. ¿Andarán buscando petróleo?, se preguntó el vecindario. Algo parecido. El socavón inicial se fue paso a paso convirtiendo en depósito de gasolina a buen uso y recaudo de la gente motorizada, en la acera misma de la sobredicha Gran Vía de San Francisco, y a unos metros de la celebrada iglesia, con su cúpula grandiosa (¡la tercera del mundo!), de 33 metros de diámetro, y la gloria (para el santo titular) de otros dos Franciscos: Cabezas y Sabatini.

¿Certificaba la licencia municipal el desatino? Tal era el caso y no otra la protesta de los vecinos. Reconsideró el Ayuntamiento su propia medida, y en un Pleno decidió revocar lo otorgado. A partir de aquí toda actuación, caso de proseguir, sería «clandestina» (que así se llama la obra emprendida, proseguida o consumada sin licencia municipal). Y las obras cesaron, (sin que desapareciera al propio tiempo la valle ni el anuncio de la empresa suministradora del líquido combustible). ¿Por mudes tiempo? El de alivio, que dicen los castizos, o el lapso que media entre el concluir y el volver a empezar.

Hecha tabla rasa de la clandestinidad, volvieron los de la gasolinera a las andadas. Realmente, la obra principal se hallaba conclusa. Faltaba tan sólo algún que otro adorno: pintar las franjas convencionales en el bordillo de la acera, plantar un mástil, luego coronable, con la marca de la casa.

Al carácter estricto de clandestinidad se agregaba, por si fuera poco, la nota, no menos estricta, de ilegalidad. Por pertenecer la zona de nuestro caso a un conjunto histórico, veíase amparada en ley de superior rango (que no es otra que la muy loable del 33, en trance hoy de lamentable abolición). ¿Contaban los de la gasolinera con el permiso, cual la ley señala, de Bellas Artes? Ni siquiera se mencionó (y la omisión no exculpa) el trámite. A espaldas, pues, de la ley, y sin otra licencia que, la suya propia, los de la gasolinera han ido dando cima a su hazaña en uno de los puntos capitales en la fisonomía de Madrid.

ABC - 15/02/1984

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