Una Pintura; EL GUERNICA
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"...Del punto de esta línea rectilínea, desde el bien al que afluye el bien satánico, se ve la gran batalla de Guernica. Lid a priori, fuera de la cuenta. Lid en paz. Lid de las almas débiles contra los cuerpos débiles. Lid en que el niño pega sin que nadie le diga, y en que el enfermo pega con su mal, su pastilla y su hijo; en que el anciano pega duro con sus canas, sus siglos y su palo; y en que pega el presbítero con Dios Lid de Guernica. Lid en honor del toro y su animal pálido, el hombre...".

Son versos de César Vallejo. Sin duda el gran poeta de este siglo.
César Vallejo nos presenta un punto de vista, un ángulo desde el que se ve perfectamente la batalla de Guernica.
"...Lid a priori, fuera de la cuenta...". Punto primero para ver "El Guernica".

Todas las guerras, como saben, desencadenan batallas de forma inexorable. Si hay una guerra, ésta se traduce irremediablemente en una sucesión de batallas. Pero la batalla de Guernica no la desencadeno la guerra, fue una batalla premeditada, "...a priori..." como dice el poeta. Y estaba "...fuera de la cuenta..." de las batallas que inexorablemente una guerra produce y traduce encadenadas.

El poeta introduce los elementos que participan en esta batalla. "...Lid de las almas débiles contra los cuerpos débiles...". De la condición del alma, según la teología, es el no ser vista. Pero mucho más lo es, cuando se actúa con alevosía y nocturnidad. Pues, aunque fuera de día, en breve tiempo, a las tres de la tarde, durante la hora y media larga que duró el bombardeo de Guernica, se hizo la noche y nadie sabía de dónde venían las bombas. Se actuó con alevosía. Almas débiles. No se las ve. Por ser almas y por ser débiles no merecen ser vistas contra los cuerpos débiles.

¿Quienes?. El poeta habla del niño, el enfermo, el anciano. Ocurre que en Guernica era día de mercado aquel 26 de abril de 1937. Estaban en Guernica los que no habían ido a la guerra; es decir, los niños, los ancianos, las mujeres, y la gente de la comarca que había acudido al mercado. Allí estaban los no beligerantes por edad, condición de sexo o de debilidad. Los niños, las mujeres, los enfermos, los ancianos..., y el presbítero, dice Vallejo, "...con Dios...", porque aconteció que la gente se refugio en la iglesia parroquial. Está perfectamente documentado con fotografías más que elocuentes, el estado en que quedó el recinto tras el bombardeo; totalmente destruido.
Éste es el punto de vista que nos ofrece el poeta.

"...Lid-en honor del toro y de su animal pálida, el hombre...". César Vallejo juega al mismo tiempo con lo que ocurrió en Guernica y con lo que acontece en el cuadro de Picasso, en el que todas las figuras, todos los personajes, atónitos, acuden hacia el toro, esperando encontrar en él la salida.

"...Alemania e Italia desplegaron sus velas de lodo carcomido, sembraron sus tenebrosas telas, lanzaron las arañas más negras de su vida. Mirad, no lo que sucede, sino los resplandores que promete el futuro, los anchos resplandores que aquí vapulean. El acero no cede y el bronce sigue en su color, y duro. La piedra no se ablanda porque la golpeen. No nos queda un barón, que son millones. No un corazón que grita ¡soy un muro!, que una inmensidad de corazones.

En Guernica han caído no sé cuántos leones, y una ciudad, por la invasión deshechos. Su soplo de silencio nos anima y su valor redobla en nuestros pechos.
¡No se, debe llorar!, que no es la hora. Hombres en cuya piel se transparenta la libertad del mar trabajadora. Quien se ponga a llorar, quien se lamente contra la piedra cruel del desaliento, quien se ponga otra cosa que no sea el combate, no será un vencedor, será un vencido.

Si fuera un grano lo que nos quedara..., ¡a España salvaremos con un grano!. La victoria es un fuego que alumbra nuestra cara desde un remoto monte cada vez más cercano...".

Esto no lo escribe un vasco. No, y tampoco César Vallejo era vasco. Era hispano, peruano.

Existe cierta tendencia, por parte de los vascos, a reivindicar coma suyo lo acontecido en Guernica. Pero este poema lo escribe un alicantino, Miguel Hernández. Al igual que Vallejo, menciona el nombre de España. Aquella masacre de Guernica se enmarca en una guerra que libraron los españoles, y la produjo una potencia extranjera, Alemania, como mero entrenamiento, para destruir ciudades.

Hoy existe cierto ánimo partidista, en algunos sectores vascos, que tiende a hacer creer que la fiesta la hicieron ellos,- cuando la padecieron. Pero no hay que olvidar que el resto de los españoles se solidarizó con ellos; solidarios eran todos que perdieron la vida en la contienda. No decir que aquella fue una justa de Euskadi y que sólo ellos la cantaron. No es verdad. La cantó Miguel Hernández, alicantino de Orihuela, y la divulgó un malagueño llamado Picasso, haciéndola universal en un cuadro que define para siempre el espíritu de otro tiempo.

¿Qué ocurrió en Guernica aquel día?. Estamos en abril de 1937. Es día de feria. Han llegado a Guernica, gentes de las aldeas circundantes. A la hora de comer, hacia las tres de la tarde, surge la tronada, sin que se sepa de dónde viene la afrenta. En apenas algunos minutos, un día radiante de sol, se convirtió en noche profunda, sólo iluminada por las llamaradas de las bombas que caían y de los proyectiles incendiarios venidos de los aires.

Se intentó hacer creer que la explosión causante del desastre, había sido Provocada desde Guernica. Pero, afortunadamente para la Historia, se encontraba allí el corresponsal de "The Times", que al día siguiente publicaba la noticia en su país.


El 27 de abril de 1937, podía leerse en la primera página de "The Times":


"...Guernica, la villa más antigua de los vascos, centro de su tradición cultural, fue totalmente destruida mediante incursiones aéreas. El bombardeo de esta ciudad abierta,: ale jadas del, frente, requirió exactamente tres horas y cuarto, durante las cuales una poderosa flota consistente en tres modelos alemanes: bombarderos Junkers y Heinker, y cazas Heinker, no cesó de descargar sobre la villa bombas de 500 Kg y un número superior a 3000, de proyectiles incendiarios de aluminio, de 1 kg de peso. Los cazas volaban rasantes desde el centro de la población, para ametrallar aquellos elementos de la población civil que se refugiaba en los campos. Toda Guernica pronto estuvo en llamas...".

Tirios y troyanos, no dudan en considerar este texto como rigurosamente histórico.
Un pintor español llamado Pablo Ruiz Picasso, recibió del gobierno de la República, el encargo de un cuadro. Un cuadro que nada tenía que ver en principio con lo ocurrido en Guernica. Las cosas hay que contarlas cómo ocurrieron.

España participaba, aún en plena guerra, en la Exposición Internacional de París, de 1937. Se le había destinado el pabellón de honor. Algunas plumas políticas han apuntado que la concesión de dicho pabellón obedecía al carácter político de un país en guerra. Pudiera ser. Pero en aquel momento España no ofrecía ningún recurso político, lo suficientemente importante como para ostentar el pabellón central del recinto. El papel de España en la Exposición, fue una pura farsa. No hay más que ver quiénes estaban presentes en el acontecimiento del 37.

El pabellón lo hicieron los arquitectos Luis Lacasa y José Luis Sert, ambos ya fallecidos; los dos tuvieron que ir al exilio. El cartel lo hizo Joan Miró, fallecido recientemente, que también tuvo, que ir al exilio. Las esculturas las hicieron dos grandes maestros españoles: Julio González, muerto en el exilio, que presentó una gran escultura llamada "La Montserrat", y el toledano Alberto Sánchez, que hizo una colosal talla de 22 metros de altura, titulada "España tiene un camino que conduce a una estrella"; Alberto Sánchez murió igualmente en el exilio.

Junto a ellos, el escultor norteamericano Alexander Calder, solicitó colaborar en el pabellón español y con el nombre de España. Presentó una gran obra, "La fuente de Mercurio", homenaje a los mineros de Almadén, y que hoy puede contemplarse reconstruida en la Fundación Miró de Barcelona.

Con esta nómina, no hacía falta ningún producto político para vender en la Exposición. Y menos aún cuando al frente de esa nómina se leía el nombre de Pablo Picasso, el artista más universal de nuestro siglo, y el español de mayor renombre. No hacía falta ningún motivo de carácter bélico o político.

A Picasso se le había encomendado un cuadro para la Exposición del 37, y llegado el mes de abril, no había hecho absolutamente nada.
Pues bien. Apenas una semana después del bombardeo de Guernica, se puso a trabajar frenéticamente en un cuadro, al que dedicó más esfuerzos de los que nunca nadie haya dedicado a una de sus obras.

Desde el primero de mayo, hasta el 19 de octubre, se gesta la elaboración de "El Guernica". Picasso hizo 61 bocetos antes de finalizar el cuadro. Aún así alguno pensará que parece estar pintado con cuatro brochazos.

¿Quién era Pablo Picasso?.

Nació en Málaga. En la Plaza de la Merced. Dicen unos que nació muy debilucho, y cuentan otros que, dada la envergadura de la empresa que le esperaba, requería múltiple patrocinio celestial para llevarla con éxito adelante. Fuera lo uno, o fuera lo otro, lo cierto es que, a la hora de bautizarlo, se le acogió a un patrocinio verdaderamente difícil, y en la pila bautismal se le llamó Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Crispín y Crispiniano de la Santísima Trinidad, Picasso.

Cuando, Picasso cumplió 85 años, protagonizó un gran homenaje internacional en Vallaurius al que acudieron todas las figuras de la cultura. El maestro se mostró muy emocionado y silente, y en un momento del acto, tomó la palabra y dijo:

"Yo, a los cinco años dibujaba como Leonardo da Vinci,
y me han hecho falta 80 años para dibujar cómo un niño".

Entiéndase lo que quiso decir. No que le emularan, a los cinco años, el pulso y la perfección de Leonardo, sino que le estaban enseñando a pintar de forma académica. Su carrera no fue más que un propósito y un logro: pintar con absoluta libertad, como lo haría un niño de cinco años.

Rafael Alberti, con motivo de esta efeméride, escribió:

"...Qué hubiera sido de ti Pablo, si de los ocho nombres con que fuiste bautizado, hubieras preferido al de Pablo Picasso el de Diego Picasso, al de Diego Picasso el de José Picasso, al de José Picasso el de Francisco de Paula Picasso, al de Francisco de Paula Picasso el de Juan Nepomuceno Picasso el de María de los Remedios Picasso, a1: de María de los Remedios Picasso el de Crispín Picasso, al de Crispín Picasso el de Crispiniano de la Santísima Trinidad Picasso.

¿Cómo hubiera pintado Diego Picasso?. Cómo José Picasso; sso; cómo Francisco de Paula Picasso; cómo Juan Nepomuceno Picasso; cómo María de los Remedios Picasso; cómo Crispín Picasso; cómo Crispiniano de la Santísima Trinidad Picasso.
¿Cómo hubiera podido ser?. Primera exposición en Barcelona de Diego Picasso. Ha llegado a París José Picasso. Óleos y dibujos en la Galería Vollard, de Francisco de Paula Picasso. Encuentro de Max Jacob con Juan Nepomuceno Picasso. El cubismo de María de los R edios Picasso. De Goya a Crispín Picasso. Los gloriosos 85 años de Crispiniano de la Santísima Trinidad Picasso.

Pero no ha sido así. Y sólo en la Fe de Bautismo quedaron esos siete posible invisibles hermanos. Y quedó sólo Pablo. Sin Diego, sin José, sin Francisco de Paula, sin Juan Nepomuceno, sin María de los Remedios, sin Crispín, sin Crispiniano de la Santísima Trinidad. Sólo Pablo Picasso...".

La empresa de Pablo Picasso, de múltiple dedicación, acogido a tan noble patrocinio, fue tal, que uno piensa que seguramente unos cuadros los pintó José, otros Diego, otros Francisco de Paula y otros la mismísima María de los Remedios. Si no, no se comprende la totalidad de lo que elaboró este hombre.

Éste es "El Guernica".
¿Cómo ver un cuadro?. Un cuadro se ve primero de la forma más material. Porque un cuadro eso ante, todo un objeto, y un objeto, en pintura, consta de dos elementos: un soporte y una superficie. El soporte es un bastidor de madera y una tela. La superficie, una pintura plana en este caso. Al analizar un cuadro hemos de evitar alegorías y metáforas, e ir a su propia materialidad.

Este cuadro mide 7'87 metros de ancho y 3'50 metros de alto. (Lo que estamos viendo es un christmas de Navidad, en razón a las proporciones del cuadro que podemos contemplar en el Casón del Buen Retiro).

Este objeto está pintado con una técnica determinada; está pintado "al turco". Es el primer cuadro de la Historia en el que se ha utilizado pintura industrial; la pintura que se usaba para pintar los coches de la época.

Si analizamos el cuadro, se observa que está realizado con tintas planas. No tiene colores. Está pintado en blancos, negros y grises.

Por último habría que decir que está pintado al revés.
De relacionar un dato con otro se desprende que, en este cuadro, Pablo Picasso demuestra realmente quien es. Yo no diré que Pablo Picasso sea el mejor pintor de. nuestro tiempo, ni que ésta sea su obra más representativa, pero eso sí: estamos ante el cuadro que mejor le define.

Las tintas planas son la que utiliza el grabador. Blancos, negros, y grises, son los colores que se utilizan para hacer grabados.

Dibujar al revés es lo que el grabador hace para que, al imprimir, el traza quede derecho.
El ojo humano está habituado a leer, escribir y dibujar de izquierda a derecha. Picasso ha dibujado el cuadro de derecha a izquierda, como una ola que se desplaza diagonalmente.

Puede que Pablo Picasso no sea el mejor pintor de nuestro tiempo, ni el mejor escultor ero lo que sí es., es el mejor grabador, posiblemente de toda la Historia.
Cuando Pablo Picasso coge un lápiz es capaz de crear un universo o destruirlo. Y cuando sobre la plancha dibuja al revés para que el ácido haga aguafuertes, nadie sabe cómo consigue estos efectos.

En este cuadro Picasso omite el color. Utiliza tintas planas: blancos, grises y negros. Lo ha pintado al revés, como queriendo realizar un grabado, un inmenso grabado hecho con pintura.

En todo cuadro hay personajes. En los 8 x 3'50 metros de "El Guernica", los personajes superan el tamaño natural.
Por orden de aparición, los personajes colocados en este cuadro son: la "mujer en llamas", la "mujer fugitiva", la "mujer portadora de la luz", "el caballo", la "paloma herida y muerta", el "guerrero descuartizado", el "niño muerto", la "madre suspirante" y "el toro". Éstos son los nueve personajes.

Al margen de las figuras, hay que analizar otros datos de este "objeto". Porque estamos paseando por un cuadro, no por la política subyacente.

En el cuadro coexisten la noche y el día. Podemos observar que estamos ante un exterior de día, pero hay puntos en los que se enciende la luz, síntoma de que es de noche. Símil o recuerdo de aquel día reluciente en Guernica, en el que durante las tres horas y media que duró el bombardeo, el día se tornó noche profunda, tan solo iluminada por el reflejo de las bombas. El cuadro es por ello, exterior e interior.

Un cuadro es ante todo una composición. En él, los objetos hay que colocarlos, y los artistas tienen la virtud de saber colocarlos en su sitio. Esto ocurre con Picasso: los personajes están donde tienen que estar.

Vamos a ver cómo está compuesta un cuadro que a simple vista parece un tumulto.
En la parte de arriba están todos los gritos; todas las figuras gritando. Gritan las mujeres, relincha el caballo.
En la parte de abajo están los muertos, que curiosamente son dos: el niño en brazos de su madre, y el guerrero, que no sólo está muerto, sino descuartizado; apenas le queda la cabeza y las dos manos. En su puño, junto a la espada rota, hay una flor. Un gran símbolo de la paz: una espada rota y una flor.

La composición es más completa de lo que da a entender el esquema elemental de las dos fracciones. Dentro de esa división sistemática, la composición obedece a una forma de pintar muy típica del Renacimiento italiano del siglo XVI. Las figuras se colocan en un triángulo o pirámide de luz, que compone y ajusta la escena. Es una forma de hacer muy característica de todos los pintores de la escuela florentina: Rafael, Leonardo da Vinci, Andrea del Sarto, Miguel Ángel.., y en general de todo el Renacimiento italiano.
El cuadro está perfectamente compuesto. Se puede jugar con los personajes, que suben y bajan constantemente.

Analicemos ahora los personajes y su forma de estar.
La "mujer en llamas". Está ardiendo. Su gesto es el de alzarse con energía y caer luego de plano. Es el gesto que tienen las aves cuando se les da, como se dice por Castilla, en las "arcas del pecho". La mujer alza los brazos, para caer súbitamente, con estrépito.
Otro rasgo de la manera de componer de Pablo Picasso. El pintor se vale de una ley inventada por los egipcios: la ley del frontalismo. La figura muestra su perfil, pero los ojos aparecen en el frente. Los dos ojos siempre están en el mismo lado de la cara cuando la figura está de perfil.

Y un dato más: todas las figuras, hasta la llegada del caballo, gritan pero no tienen lengua. Sólo tienen flato y abertura de boca. Tienen la mente, pero no el grito. Por otro lado, total frontalidad también en la boca, aún cuando la figura está de perfil. Cuando la gente dice que este cuadro es "horroroso", está en lo cierto, porque "horroroso" significa "transmisor del horror". Horripilante, horroroso, horrendo. Así es "El Guernica".

La "mujer fugitiva". ¿Cómo podemos definir esta figura?. Es horrorosa, terrorífica. El cuerpo- se sale de su propia medida, los ojos siguen la ley del frontalismo, la boca no tiene lengua. Es como en los sueños. Todos hemos tenido alguna vez este sueño: el fuego nos persigue y queremos huir; pero hay un impedimento, no podemos movernos. Eso es exactamente lo que le ocurre a esta insensata, desdichada y horripilante mujer. Una pretende deshacer la pesadilla, cuanto más empeño pone, más parece afianzarse el impedimento, un tremendo peñasco en este caso. El contrapunto logrado al oponer la terrorífica rodilla que inmoviliza la figura y el cuello estirado en pro de la huída, resulta realmente terrorífico.

La "mujer portadora de la luz", sigue el mismo gesto que su compañera. Alcanza un máximo de clásica belleza. Presenta un perfil bastante sereno. Está gritando y, al igual que las demás figuras, carece de lengua. Los dos ojos miran desde el mismo lado de la cara, hacia un lugar dentro de lo horrible. Sin embargo se descubre en su mirada, una dosis de ánimo, que advierte a los demás personajes de la existencia de una posible salida. Avanza esta mujer con un grito más sereno, más ponderado que el de su compañera, que es trágico y horroroso. Su brazo desmesurado y brutal, y su puño, parecen anunciar: ¡ahí está la salida!.

La "mujer en llamas" sigue la trayectoria de esta mirada, atónita, presa del horror en que se inscriben todos los personajes.

¿Y el horripilante caballo?. Ese caballo, ¿relincha?. No, ¡grita!. Ese caballo está gritando.
El gran escritor francés Jean Casou, dijo de Pablo Picasso: "Pintor y escultor de Altamira, de todos los lugares donde el toro estuvo presente".

El hombre de Altamira, extremadamente civilizado. El hombre de las cavernas, el "homo sapiens". Hombre y pintor digno de nombre en la Historia.

Y Pablo Picasso lo deja en pañales a la hora de animar los personajes.
"El arte está en crisis". Tal era el comentario de los artistas contemporáneos a Picasso, cuando contemplaban las pinturas de Altamira. "Esto no hay quien lo supere".
Pablo Picasso se inscribe entre aquellos que han intentado superarlo.

El hombre primitivo vivía en el terror constante, y en la constante festividad, la contrafaz del terror. Las familias se reunían al calor de la lumbre, en el interior de la gruta, esperando la llegada del oso cavernario que, en plena festividad se comía a todos.

Como dijera Bataille, es un error comparar la prehistoria con la infancia, porque los niños están desvalidos pero cuentan con divinidades que velan por ellos, sus padres, sus parientes. Aquellos hombres de Altamira, ¡no tenían a nadie! que velara por ellos. Y a la hora de intentar dominar ese terror animal circundante, empezaron a horadar figuras, que posteriormente atravesaban con flechas para poseer, al menos de forma figurada, el terror.
Aquel hombre dio un paso más. En sus pinturas, el hombre primitivo se mete en la piel del animal que dibuja, para infundirle un gesto más bonacible y menos terrible, para adueñarse, en fin, de su espíritu.

Cuando Pablo Picasso quiere mostrar un sentimiento, humanamente feroz, jamás se vale del hombre. Recurre a los animales, como hiciera el hombre de Altamira. Utiliza sobre todo dos animales hartamente vinculados a la vida española: el toro y el caballo.
Cuando el artista quiere lanzar un grito que llegue a oídos de todo el mundo, no lo pone nunca en boca de seres humanos, sino de animales; en boca del caballo y el toro.
En "El Guernica", el grito más espeluznante es el del caballo. Porque ese caballo no relincha. Grita terroríficamente al universo.

Los dientes le amarillean. Ahí brama la muerte, bajo una bombilla. Españolísima bombilla, por cierto; pues la bombilla que ha pintado Pablo Picasso, no puede ser sino española. Es una bombilla "0sram".

En nuestro país surge, de vez en cuando, un inventor. Y aconteció que un hispano dedicado a la invención, diseñó un buen día esta bombilla. El hombre, que se apellidaba "Ramos", debió de plantearse lo siguiente: con este apellido, no vendo ni una bombilla. Así que alteró el orden de las letras, y su bombilla terminó llamándose "Osram". Como quiera que el nombre parece alemán, el individuo sigue vendiendo bombillas.
En el cuadro, la bombilla no alumbra nada. Centra su latido en si misma. Es un símbolo de la humildad del lugar en que acontece la gesta. Una bombilla cuyo halo se extingue sin haber alumbrado. Nos habla de la tragedia; de lo horripilante, horroroso, horrísono y horrible de la escena.

Miren el caballo, ¿relincha?. ¡No, por Dios!. Está bramando, gritando desesperadamente, la lengua convertida en punta de lanza.

A partir de este personaje, todos los demás tienen igualmente transformada la lengua en punta de lanza.

La ley de la frontalidad sigue vigente. El caballo está de perfil. Sus dos ojuelos se apartan para que la boca se desmadre en ese horrísono y horroroso chillido. Lleva el peto de los caballos de los picadores en la fiesta española.

A su lado, la paloma, la "paloma herida" por una ráfaga de metralla. Su gesto es el mismo que el de la "mujer en llamas". Se estira hacia arriba, apenas recibe el fogonazo, para caer luego definitivamente.

Y he aquí el "guerrero caído", el defensor de la casa.
¿Qué hay en este cuadro?. Animales estabulados, mujeres, un niño muerto,... El único que podía defenderles, yace desguazado.

Los ojos desorbitados siguen la ley del frontalismo. La figura no tiene lengua. El guerrero está muerto, desguazado, petrificado. ¿Dónde está el cuerpo?. ¡Voló!. Tan sólo resta la cabeza, convertida en mascarón, y las dos manos, con la espada rota ,y una flor símbolo de la paz.

Cuando Pablo Picasso pintó "El Guernica", acompañábale Juan Larrea, un poeta español gran conocedor del libro del Apocalipsis y, por añadidura, de todos los comentarios en torno a él. Juan Larrea gustó de enseñar a Picasso distintas reproducciones y versiones de nuestro inigualable Beato de Liébana, ante las que el pintor no pudo quedar impasible. Vean el mascarón, la cabeza del guerrero; está tomada de una iluminación de un Beato.
El paralelismo entre la figura de este hombre y la figura del niño no muerto sino ¡tronchado! en brazos de su madre, excede todo adjetivo referente al horror.

La lengua de la madre se ha convertido en una punta de laza. Está pidiendo explicaciones. ¿Por qué esta muerte injusta?. ¿A quién le pide explicaciones?. Al toro, un toro a punto de morir, un toro: que llora, que está llorando.

¡Qué horrorosa y horrenda la escena!. El niño muerto, la mujer suplicante, el toro a punto de lanzar su último bramido. Es posiblemente, la escena más terrible plasmada por un hombre, desde los tiempos de Altamira. Y si consta en todos los libros, si ha honrado un par de museos..., no es- porque se sostenga sobre una anécdota política. No es Guernica la que ha dado fama a este cuadro, este cuadro ha dado fama a Guernica. Y quienes no lo entiendan así, y se empeñen en tomarlo como suyo, se equivocan. Porque este cuadro es símbolo universal de la paza. La espada rota y la flor en el puño del guerrero muerto, son la llamada inequívoca a que un suceso como aquel no vuelva a repetirse.

Con el cuadro pintado al revés, todas las figuras acuden dramáticamente a la diagonal, buscando la salida del toro. Y el toro dice: "Algún día, algún día os daré la salida". Es el toro ibérico, el toro español, el que sujetó a Europa, ese toro que nos hace diferentes,' que configura nuestra península, que, en fin, representa a nuestra España.
"El Guernica", además de ser un objeto y contener personajes, tiene significados. De lo contrario sería un cuadro "insignificante", etimológicamente hablando.

¿Qué significados tiene?.
Bertolt Brecht, conocido autor alemán, decidió un buen día crear lo que él dio en llamar "teatro épico", un teatro opuesto al tradicionalmente dramático que no ha llegado directamente de los griegos. Para Brecht, el teatro tradicional consiste en que el autor propone un argumento atractivo, de suerte que el espectador se siente atraído y se deja llevar por lo que ejecuta el actor. Brecht defendía un "teatro épico" basado en el distanciamiento.

¿Qué entiende Bertolt Brecht por distanciar?. En primer término hay que plantear una situación que se parezca mucho a la real, a lo que ocurre comunmente por la calle. Pero ha de ser al mismo tiempo, algo diferente, distinto. El espectador se encontrará entonces "cogido" y "no cogido" por el argumento; lo cogerá en parte, y se le escapará en parte.
Si el espectador tiene paciencia, podrá seguir el argumento, sin que éste le arrebate o le sustraiga por completo. El espectador así "distanciado" (no captado), podrá ver las cosas con objetividad (algo que resultaría prácticamente imposible en el primer caso). Al ver las cosas con objetividad podrá enjuiciarlas. Y si las enjuicia, tomará partido. Ahí es donde quiere llegar Brecht.

Pablo Picasso "distanció" "El Guernica" de varias maneras.
Cuando un cuadro mide 7'87 x 3'50 metros, uno ha de alejarse para contemplarlo. Se produce así un distanciamiento físico.

La ausencia de cromatismo consigue que la escena, a pesar de su realismo, se distancie de lo que es la vida real.

Por último, el hecho de dibujar al revés supone una distorsión en la mirada del espectador.
Hay pues, un distanciamiento físico, un distanciamiento cromático, y un distanciamiento provocado por la distorsión. Si usted no se para y esfuerza su atención, no contemplará el cuadro. Tendrá que esmerarse y poner en ello sus cinco sentidos. Entonces participará del cuadro. He aquí la diferencia conseguida. Siguiendo la técnica del distanciamiento el espectador verá la obra con objetividad. Si contempla la escena con objetividad, enjuiciará los hechos. Y para enjuiciar una catástrofe en la que mueren niños, en la que el hilo doméstico se rompe y se distorsiona, y llegar a la conclusión de que se trata de una tontería, hace falta ser muy mala persona.

El día 1 de mayo, cuando no ha pasado ni una semana desde el bombardeo, Picasso traza un primer boceto, en el que se perfilan ya los elementos fundamentales: la mujer, el toro, el caballo, el guerrero con lanza... Hizo hasta 61 bocetos analizando y estudiando las figuras. Experimento tras experimento. En octubre había alcanzado una composición perfecta, tan perfecta que es académica.

Y después de tanto esfuerzo, un dibujo académico no valía la pena. Picasso se olvida de todo y acude al lienzo directamente, sin más.

Picasso era un maestro en el juego del "arabesco". La Plaza de la Merced, junto a la casa donde nació, era una plaza de arena en la que jugaban los niños de Málaga al bonito juego del "arabesco", herencia de nuestros antepasados los moros.
El juego consiste en poner un dedo en la arena, y trazar un recorrido lo más amplio posible, dibujando de este modo una figura reconocible.

Pablito, según cuenta su prima María, ganaba todos los días, todas las semanas y todas las tardes.

He aquí que el juego del "arabesco" funciona.
Juan Larrea, que le vio pintar "El Guernica", cuenta cómo, en el almacén parisino alquilado para instalar el lienzo, Picasso preparaba una escalera y empezaba a pintar desde arriba. Y cuando llegaba abajo, volvía a remontar la escalera y continuaba frenéticamente llenando el lienzo.

Les muestro ahora el camino y aspecto que fueron tomando las figuras hasta alcanzar su carácter definitivo.

En esta primera incursión están ya logrados el brazo y la cara de la "mujer portadora de la luz", así como el rostro de la "mujer fugitiva". La "mujer que llora" también es definitiva. El guerrero es aún muy académico.

En este momento, Picasso está a punto de politizar el cuadro, de darle una simbología comunista a través del puño levantado del guerrero. Pero no lo hizo. No lo hizo.
El cuadro avanza hacia su conclusión. "El Guernica" es un verdadero horror. Los personajes corren, gritan, chillan, saltan... A las figuras de la parte derecha les falta el aliento, no pueden ni expresar su dolor... El horror distorsiona los ojos y les hace frontales... Todo se mueve, todo se agita...

En todos los cuadros que representan batallas, aparece el agresor y el agredido. En "El Guernica" el agresor no existe; tan sólo aparecen los agredidos. Porque... si de la condición humana es un alma invisible, más lo es aún cuando ésta actúa con alevosía.
Lo llaman "El Guernica", pero bien podía llamarse "La nueva matanza de los inocentes"; de los niños, las mujeres los animales mansos.

Cuando los compañeros de Picasso en París, acudieron deseosos de ver la obra del amigo, se encontraron con un lienzo de 7'87 x 3'50 metros, todo él pintado en colores rojos, azules y amarillos.

Diego Sánchez, Julio González, Joan Miró, Luis Lacasa, José Gaos... Todos pudieron contemplar algo muy parecido a una vidriera. Pero Picasso les dijo: "No, ¡el cuadro no es ese!, ¡el cuadro está debajo!".

Y comenzó a despegar el inmenso collage que cubría el cuadro. Y bajo éste se descubrió "El Guernica" ... Y sucedió que sobre la figura del niño quedó un trozo de papel rojo en forma de lágrima.

Picasso cogió la lágrima y se la ofreció a José Bergamín: "Toma, quédate con ella, y cámbiala cada día de personaje".

21 de Agosto de 1987

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