UN DISEÑO NUEVO
"Para una nueva Autonomía, un diseño nuevo".
Tal se me ocurre el lema del proyecto que aquí se emprende. Ocurre,
en efecto, que la Comunidad Autónoma de Madrid es la de más
reciente creación entre todas las que configuran el Estado. ¿Forma
de distinguirla de las otras y en atención a su novedad y significado?
La forma propia del "diseño"; ese mismo "diseño"
que (conquista de nuestro tiempo) preside la manifestación emblemática
de la hora en curso y en todo su alcance.
La mirada del hombre de hoy se ve inexcusablemente sometida a unas formas
expresivas de carácter "seductivo" y "atractivo".
La noción de "síntesis" late realmente en todos
los reclamos que, basados en la "ciencia y el arte del diseño",
ha hecho suyos (y quizá en mala hora) la omnipotente y omnipresente
"publicidad" con todos sus canales y medios llamados de comunicación.
Que el efecto sea cuestionable, en modo alguno quiere decir que la causa
no se acomode a razón o fundamento estético de nuestra
edad.
Si hay una idea fija en los orígenes mismos del "movimiento
moderno", no es otra que la del "proyecto de diseño",
que abarca tanto la arquitectura (en el seno de ella nació) como
todos los otros elementos que la hacen visible y estimable entre las
cosas. Una revisión a fondo de los procedimientos expresivos
de todo tiempo y lugar (línea, caligrafía, iconografía,
emblema, signo...) dio por mejor resultado, apenas amanecido el siglo,
un "análisis" riguroso de la forma, en cuanto que forma,
para luego alumbrar una "síntesis" de la manifestación
en general, propia y muy propia del moderno acontecer.
Todo comenzó a englobarse en la idea genérica de "diseño".
Alguien incluso ha llegado a afirmar que todo es hoy producto del diseño:
"desde el proyecto de una caja de cerillas hasta la planificación
de una ciudad entera". Basada en los avances del arte nuevo y en
los postulados de la nueva estética, la idea del diseño
comprende y abarca todo, absolutamente todo, lo que configura el aspecto
de las cosas y el norte de los signos. Movimientos decisivos ("Bauhaus",
"De Stijl", "Constructivismo"...) en el desarrollo
del arte contemporáneo, llegaron a definir sus creaciones como
particular trasunto o correlato del concepto general de diseño.
El signo de lo que acaba de nacer a la luz pública, y con público
significado, no puede orillar el atractivo de los que orientan la mirada
y el paso del común. Ha de ser el de la Comunidad Autónoma
de Madrid un escudo de atracción colectiva, patente y descollante
sobre los otros mil distintivos que, de noble cuna, hace suyos, y para
fines no tan nobles, la publicidad al uso y al abuso: un escudo de fácil
reconocimiento e identificación inmediata por parte de quienes
nos sentimos integrados en la nueva Comunidad y vieja Provincia.
¿Cómo compaginar reconocimiento y atractivo? Recurriendo
a las artes del "diseño" (que por origen, repito, son
nobles y representativas, por constancia, del tiempo en que vivimos);
acomodando su posibilidad reductiva y extensiva a los signos que el
pasado nos legó y el presente nos lleva a conquistar ("La
tradición -ha dejado escrito Malraux- no se hereda; la tradición
se conquista"). Si la "heráldica" fue ciencia
y arte de otro tiempo, el "diseño" lo es del nuestro.
Relacionar, entrañar, lo uno con lo otro equivale a ofrecer al
madrileño una enseña que le sea inmediatamente válida
para su autorreconocimiento y proclama en las más variadas expresiones
(culturales, populares, cívicas, deportivas...) de su propia
y pública manifestación.
No parece ocioso, antes de dar por concluso este apartado, redondearlo
con un par de precisiones.
El carácter eminentemente lineal del diseño, lejos de
dificultar las labores tradicionales del bordado, en emblemas, escudos
y reposteros, las hace más accesibles y practicables. El recorrido
de la línea pura procura mayor claridad y facultad de reproducción
manual que el trazo, por ejemplo, complejo y sinuoso del arabesco u
otros adornos de ascendencia similar y análogo ejercicio. La
representación "bordada" de lo previamente "diseñado"
(en sentido estricto), da lugar a unos rasgos más visibles y
reconocibles por cuanto que más y más simplificados.
La otra precisión (que incluye todo un certificado de garantía)
tiene nombre propio: José María Cruz Novillo, a quien
se ha encomendado la ejecución del proyecto que aquí y
ahora trata de justificarse y explicarse. Garantizada puede quedar la
empresa con sólo saber o repasar que Cruz Novillo es, si no el
primero, uno de nuestros más prestigiosos diseñadores
gráficos; especialista, por más señas, en la realización
de emblemas de carácter público y oficial. En unos cuantos
proyectos debidos a su mano se encarnan hoy otros tantos distintivos
de entidades estatales e institucionales oficialmente españolas
y de alcance, también, internacional.